domingo, 25 de mayo de 2008

Derechos del paciente terminal


Dr. Daniel Eduardo Levy

Se considera paciente terminal a todo enfermo con una expectativa de vida entre dos a tres meses y este concepto en la práctica médica hace que muchas veces surjan conflictos éticos, al tratar de compatibilizar los principios morales del paciente, su familia, la sociedad y los propios en el ejercicio de la profesión.

El paciente terminal tiene el derecho al principio bioético de la autonomía o "autodeterminación", es decir, el respeto a las decisiones del enfermo en cuanto a las terapias que se le pudieran realizar y tiene el derecho a recibir, toda la información necesaria.

El ejercicio de la autonomía puede efectuarse mediante testamento, directa comunicación entre el paciente y el equipo médico o por su familia en el caso de incompetencia, que implica:
a) Inexistencia de completa lucidez mental
b) Incapacidad de comprender la información que se le suministra
c) Imposibilidad de adoptar una decisión voluntaria

El equipo de salud debe estar conscientizando de esta autonomía y debe ser capaz de recorrer un camino interdisciplinario para encontrar las respuestas que hoy exige el avance de la sociedad y de la tecnología. Las decisiones del equipo médico en todo que hace a la abstención o retiro de los medios de soporte vital deben ser discutidos y compartidos por el grupo asistencial y tener siempre presenta la consulta con el comité de ética de la institución.

Se destaca que el paciente terminal tiene el derecho al alivio de los síntomas físicos, por ejemplo la terapia del dolor, de los vómitos, de la anorexia, de la constipación o del insomnio entre los más frecuentes. Así como también tiene el derecho al control de los síntomas psicológicos, por ejemplo depresión, ansiedad, ataques de pánico, trastornos de excitación y/o distress espiritual.

Se debe remarcar que no sólo en el paciente terminal sino también en el incurable en estado critico, rige el principio general señalado en la declaración de Venecia "el deber del médico es curar y cuando sea posible aliviar el sufrimiento y actuar para proteger los intereses de sus pacientes.” Siempre debe actuar conforme le dicte su conciencia.

Muchas veces y de acuerdo a este mamo el profesional no puede vencer la formación triunfalista de la medicina y esto le impide casi, recordar que la ciencia y la tecnología son sólo instrumentos para mejorar la calidad de vida, que tiende a su conservación y no a la prolongación de la agonía, que es la situación opuesta a la anterior.

La distanasia, sobre la cual está publicado nuestro trabajo en la Revista de la Sociedad de Ética, año 2003 N° 7, es la prolongación innecesaria de la agonía por el empleo inmoderado de medios terapéuticos desproporcionados.

En el paciente terminal deben aplicarse las medidas que permitan una muerte digna, sin que se justifiquen procedimientos que prolonguen el sufrimiento. La exigencia de conducta médica ética significa evitar la insistencia o ensañamiento terapéutico en una situación de vida irrecuperable.

La abstención o retiro de los medios de soporte vital, no significará bajo ningún concepto privar al paciente de las medidas que le otorguen confort psicofísico y espiritual, y se deben respetar los principios morales y/o religiosos de cada paciente en el momento de la muerte y tiene derecho a recibir apoyo emocional y a solicitar ayuda espiritual de personas de su elección.

Ser escuchado sus conceptos y emociones sobre la forma de enfocar su muerte. No morir solo, sino acompañado por personas de su afecto y debe respetarse la dignidad de su cuerpo una vez fallecido.

El paciente terminal y su familia deben ser tratados con la mayor amabilidad, respecto y afecto y dialogar profundamente sobre esta etapa de la vida, conscientizando a los familiares estén lo más cerca posible del paciente terminal. Si hay consternación dentro del marco familiar y el paciente está aliviado de sus síntomas físicos se aconseja que pase el último trance de su enfermedad su casa.

El equipo de salud, ya no sólo el médico de cabecera, debe tener la mayor paciencia posible.
Muchas veces estará con ira o enojo (como decía Job ¿porqué esto me tocará mi?). Hay que escucharlo atentamente y dar respuestas adecuadas. Con la fuerza de los “Salmos de David” para tener entereza y fortaleza para escuchar los lamentos y llantos del paciente, para asistirlo permanentemente y con el tacto que las circunstancias lo requiera.

La muerte es “un misterio” por el cual todos vamos a pasar y bajo esa perspectiva tenemos que pasar la relación médico-paciente terminal.

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