domingo, 7 de septiembre de 2008

Prof. Dr. Osvaldo Fustinoni













Presidente de Honor
ENTREVISTA AL PROFESOR DOCTOR OSVALDO FUSTINONI
Por los Dres. Luis A. F. Allegro y Rolando C. Hereñú


A comienzos de Diciembre de 1999 visitamos en el Hospital Naval Pedro Mallo al Presidente de Honor de nuestra Sociedad. Era una reunión ya concertada desde unos meses antes, pero que algunos contratiempos de salud de nuestro ilustre entrevistado había hecho postergar inevitablemente.
Nos recibió en un sobrio escritorio que ocupaba en dependencias del área de internación. Respondió a nuestras preguntas con sus muy lúcidos casi noventa y un años de vida, minado su físico por la conjunción del inexorable desgaste propio de la edad, más los efectos de una muy seria enfermedad que lo venía aquejando desde más de un año atrás.
He aquí lo que nos ha parecido particularmente sustancial del pensamiento que nos transmitió en esa ocasión.

Pregunta: Usted, que ha vivido con tanta intensidad la medicina de los últimos dos tercios del siglo XX ¿Qué reflexión primera nos puede hacer?
-- No escapa a nadie la acelerada irrupción de conocimientos nuevos, mejores fundamentos para identficar con certeza la etiopatogenia de diversas enfermedades, recursos complementarios de diagnóstico antes inimaginados, tratamientos --tanto de tipo quirúrgico como medicamentoso-- de eficacia considerable. Aunque el desarrollo de la medicación antibacteriana, con los antibióticos especialmente, y de vacunas preventivas (como fue el caso de las de la polio) fueron logros de mediados de este siglo, también es cierto que la medicina ha progresado más en los últimos treinta años que en los precedentes de la misma centuria. Pero no cabe ninguna duda de que han sido y son tan vertiginosas las novedades, que los médicos no siempre pueden y logran seguir el ritmo, porque cuesta adaptarse a muchos cambios y además resulta difícil valorar las verdaderas ventajas de cada nueva tecnología. Aparatos y equipos van siendo reemplazadas por otros de nueva generación, cada vez con menos intervalos de tiempo.

Pregunta: Es evidente que los estudiantes de Medicina deben recibir una formación adecuada para afrontar el desafío que les espera cuando lleguen a ser profesionales, que es eso de avanzar con soltura en sus conocimientos y aptitudes, a un ritmo compatible con aquellas novedades a las que usted califica de vertiginosas. ¿Cómo le impresiona la calidad actual de la enseñanza en las Facultades de nuestro medio?
-- La veo con gran preocupación. En lo que se refiere a nuestra casa de estudios de la Universidad de Buenos Aires, creo sinceramente que su capacidad docente está muy desbordada. Hay tabúes, compromisos de naturaleza ideológica, que impiden cambios en lo que se refiere al ingreso masivo de alumnos. Yo creo que aferrarse a postulados de otras épocas es posiblemente un error. Siento un gran respeto por las ideas liminares que ha sostenido el movimiento reformista, desde luego, pero las realidades de hoy, finalizando el siglo, deberían hacernos reflexionar si no andamos por un camino equivocado. En cualquier caso, alguna solución hay que buscar para que no se deteriore más el nivel del aprendizaje, esencialmente en el denominado ciclo clínico. Es muy cierto que los planes de estudio de nuestra querida Facultad han sido objeto de modificaciones cada tanto tiempo, siempre con la clara voluntad de mejorar. Sin embargo, no se ha logrado darles un nuevo "perfil" que sea adecuado para esos cambios que --efectivamente-- yo considero vertiginosos, aparecidos en los años más recientes, complicando la práctica de la medicina asistencial. Hace algunos meses se designó a un conjunto de profesores y expertos, para elaborar un diagnóstico de situación. El grupo que estudió la Capacidad Educativa de nuestra casa de estudios, elevó al Decano Dr. Schachter su informe. En él se señalan ciertos datos muy importantes. La enseñanza del ciclo clínico se lleva a cabo con la colaboración de más de 50 Hospitales Asociados y Unidades Docentes Hospitalarias. Hay designados unos 4500 docentes, de los que los Profesores de carrera (titulares, adjuntos y asociados) apenas sobrepasan los 200. Ninguno actúa con dedicación exclusiva en ese segundo ciclo. Hay jefes de trabajos prácticos y ayudantes, que en más del 80% no tienen asignada retribución económica alguna. Tareas de investigación se realizan en pocas cátedras o lugares descentralizados. Más de la mitad de los que dictan clases de medicina no ha tenido la inquietud de publicar ni un solo trabajo. Sólo un 48% de los docentes ha tenido alguna formación pedagógica, muy despareja por otra parte. ¿Creen ustedes que sobre estas bases la Facultad puede garantizar la calidad de sus graduados?. La incorporación de la modalidad del Internado Rotatorio en el año final del plan último en ensayo, es un adelanto muy interesante. Aunque no sea estrictamente un "internado". En teoría, es una buena iniciativa. Pero el estudio del grupo aludido calculó que, de acuerdo al total de las plazas disponibles sumando todos los Hospitales comprometidos, el sistema sólo puede ofrecer entrenamiento práctico para 901 alumnos. Recordemos que ingresa más del doble de ese número cada año.

Pregunta: ¿Y las Facultades privadas, que han proliferado tanto?
--Es un fenómeno curioso, que indica que algo no anda bien en la oferta oficial. Sé que hay algunas de ellas que ostentan un buen nivel, mientras otras no parecerían tenerlo. Pero es un tema que conozco apenas por versiones y noticias indirectas. Sería demasiado imprudente de mi parte opinar sin más fundamentos objetivos.

Pregunta: Supongamos que una cantidad mayor de jóvenes con definida vocación para la carrera, en una cifra que exceda las posibilidades reales de la enseñanza de una Institución educativa --sea oficial o privada-- llega a obtener el título de médico. ¿Cuál sería el futuro de estos graduados?
--El asunto tiene dos caras y plantea entonces dos diferentes cuestionamientos: el primero es el que ustedes vuelcan en su pregunta y es qué será de esos jóvenes portadores de un título, pero el segundo es --nada menos--cuál puede llegar a ser en el futuro la calidad de los servicios de atención médica de la población.
Con respecto a un graduado que llega a serlo sin haber tenido un aprendizaje sólido planificado, conducido y evaluado racionalmente, con una comprensión de los beneficios reales (o de su escasa eficiencia comparativa, según el caso) de las nuevas tecnologías, y un entrenamiento práctico ni siquiera mínimo, imprescindible, carecerá de la idoneidad que necesita para desempeñarse. Le queda el recurso de la Residencia, sistema de posgrado que en general brinda con amplitud excelentes posibilidades para poder incorporar aspectos (conocimientos, aptitudes y actitudes sobre todo éticas) que su Facultad tal vez no le dio, o le dio en dosis insuficientes. Pero las plazas para Residentes están reduciéndose en los Hospitales, por problemas de orden económico-financiero. Por otra parte, nunca fueron tantas como para incorporar a toda la masa de egresados año a año. Sólo una escasa minoría consigue entrar como Residente. Los muchos otros que quedan fuera, sufren un problema laboral frustrante.
Y ahí surge la otra cara de la cuestión: la sociedad no tendrá --en muchos casos-- la calidad de médico que desearía exigir, por derecho propio, por sentido común...

Pregunta: ¿Cómo ve usted la situación del ejercicio de la profesión de médico en la actualidad?
--Permítanme decir que en los años 40 un médico clínico con sus conocimientos, su destreza semiológica clásica y su estetoscopio, ayudado por un puñado de análisis de laboratorio nada complicados y acaso algunas placas radiográficas, disponía del bagaje suficiente para un diagnóstico acertado. La medicación, por lo común fórmulas magistrales, podía no ser eficaz en casos graves, pero no se disponía de otros medios. Surgían las sulfamidas que comenzaron a combatir ciertas infecciones bacterianas con éxito. Piensen ustedes cómo, en qué magnitud impresionante se ha transformado el ejercicio de nuestra profesión. Todo lo nuevo en materia de recursos diagnósticos y terapéuticos ha multiplicado los costos. Por otro lado, los médicos han tenido que ir adaptándose a nuevas pautas de estirpe económica que fueron modificando su antiguo"modus vivendi". El viejo binomio médico-paciente sufrió la intromisión de un tercer componente, llámese Obra Social, Medicina Prepaga, Mutual, Hospital Gerenciado, Sistema de Capitación, etc. El médico resulta ser el eslabón débil de una cadena de rubros económicamente mucho más robustos. Debió acortar el tiempo de las consultas, tuvo que empezar a correr de un lugar de trabajo al otro, descuidando su actualización, dejando a un lado el descanso y hasta a su familia. ¿No es esto, que sufren particularmente los profesionales noveles, socialmente peligroso?
Y para completar el cuadro sombrío, se instaló ya la moda, algunos la llaman "la industria", de los juicios civiles y penales por mala práctica en el ejercicio de la profesión de médico. Podríamos hablar largamente de este tópico, pero por ahora lo dejamos nada más que mencionado.

Pregunta: ¿Cree inquietante la modificación provocada que se ensaya en los genes humanos, la clonación, y todas las manipulaciones tan atrevidas que vienen teniendo una publicidad inusitada en estos últimos años?
--Desde luego el progreso tecnológico-científico es imparable. La curiosidad humana no tiene límites. El muchas veces ilusorio deseo de mejorar los conocimientos y gozar de sus aplicaciones, impulsa a ciertos extremos muy peligrosos. La manipulación del átomo y la energía nuclear aportó fuentes de electricidad a bajo costo inmediato, dotó a la medicina de medios de diagnóstico y de terapéutica muy promisorios para el control de la salud humana. Pero, al mismo tiempo, no fue precisamente beneficiosa para las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki. Tampoco para la de Chernobyl. Lo que trato de decirles es que la ética, el filtro moral de lo que se haga con los genes humanos y todo lo demás, es lo único que puede poner algún freno al mal uso de esas mutaciones genéticas provocadas, a la ya factible clonación de seres humanos, etc. El tema de la clonación nos preocupó en la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. Tengo aquí a mano una declaración pública que produjimos. Les entregaré una copia.

Nota final: El encuentro con el doctor Fustinoni sirvió para demostrarnos --una vez más y como siempre-- la fortaleza de su espíritu y la gran claridad de sus conceptos, aun en momentos tan difíciles como los que estaba transitando su ya debilitado organismo.
Este material se hallaba listo para ser publicado cuando nos llegó la triste noticia de la desaparición del admirado maestro. Hemos creído que debíamos dar a conocer estos fragmentos de su ilustrado pensamiento.

Declaración de la Academia (1997):
"La Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires reconoce a la clonación como un verdadero logro científico, pero considera conveniente dejar establecido que su aplicación a la especie humana con fines reproductivos debe ser sometida previamente a una discusión ética multidisciplinaria, destinada a preservar el más absoluto respeto por la vida y la dignidad humana dentro de un ambiente que ofrezca a la ciencia la libertad que necesita para seguir indagando los misterios de la naturaleza".

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